La gente le teme al fracaso y lo ve como algo malo. Este artículo es para darte herramientas sobre cómo manejarlo y una perspectiva para mostrarte que el fracaso puede traer crecimiento personal y profesional.
Existe un estigma contra el fracaso. Creencias como “No me puede pasar a mí”. “No debería”. “No lo hará”. Bueno, pues sí puede pasarte y lo hará. No importa quién eres, qué haces, cómo lo haceso o dónde lo haces, el fracaso te espera.
Esto no pretende ser el recordatorio sombrío del día de que el éxito es inalcanzable. El éxito es viable y te espera. También lo es el fracaso. Y este último te enseñará todo lo que necesitas saber para alcanzar grandes logros.
1. Fallar es fácil
Lo es. Establece una meta, no hagas nada productivo para lograrla y fracasarás en un abrir y cerrar de ojos. No intentarlo es lo que realmente nos consume y frena nuestro crecimiento. “Hice lo que se suponía que debía hacer… ¿¡Por qué sucedió esto !?”.
Odio decírtelo, pero probablemente no lo hiciste. No me malinterpretes, estoy seguro de que te has esforzado mucho. Pones el tiempo, esperando la gloria subsecuente. Pero en ese tambaleante castillo de naipes que nos lleva de la idea al éxito, algo salió mal. Una o más cartas estaban fuera de lugar. El castillo se derrumbó.
2. Las personas son imprescindibles…
No llegarás a ninguna parte por ti mismo. Mil y un discursos de graduación lo demuestran. Si deseas un éxito rotundo que desafíe las limitaciones, éste vendrá en equipo.
Cree en la gente y rodéate de personas que sean mejores que tú en lo que no puedas hacer o no harás. Identifica tus limitaciones y encuentra gente que destaque en esas áreas.
Dedícate unos años a aprender alguna nueva habilidad específica y tal vez serás medianamente bueno en eso. O contrata a alguien que sea experto en eso y déjalo manejar los negocios mientras tú atiendes otros asuntos.
3. … A menos que sean las personas equivocadas
Por supuesto, si inviertes en las personas equivocadas, fracasarán juntos. Distinguir a las mejores personas de las incorrectas es más fácil de decir que de hacer, lo sé. Pregúntale a la humanidad.
Así que haz una lista. Identifica a quiénes necesitas y de qué deberían ser capaces, con quién quieres trabajar. ¿A quién quieres a tu lado para celebrar cuando cruces la meta y levantes el trofeo?
4. Al fracaso no le importan las limitaciones…
“Estaba preparado para fallar”. Sí, bueno, al fracaso no le importa eso. “No pude contratar personal extra”. No. “No estaba en condiciones de crecer”. Lo siento.
El fracaso es ese padre que quizá desearías que hubiera sido más cariñoso durante tu infancia, pero, te guste o no, a medida que creces te das cuenta por qué hizo lo que hizo. Limitaciones o no, el fracaso llamará a tu puerta, listo para impartir lecciones de vida dolorosas. Y son estas lecciones de vida las que mejoran tu crecimiento.
5. … O ‘lo que podría haber sido’
Del mismo modo, al fracaso no le importa ni tantito tu gran visión del futuro. Si hubieras tenido “un poco más de tiempo”. Un poco más de dinero. Mejores personas. Mayor previsión. Nah. Aparece cuando aparece. A veces eso es tres horas antes de la fiesta (sin un regalo) o tres horas tarde.
Independientemente, hazte un favor: si ocurre una falla, toma el sentimiento de “podría haber sido genial”, guárdalo en una caja fuerte y tírala en un charco de cemento fresco.
Nada bueno le llega al emprendedor que acepta la autocompasión con los brazos abiertos. Tómate un día, tómate una semana, pero luego sigue adelante. Lo era, ahora no lo es… Entonces, ¿qué sigue?
6. Temer al fracaso es como temer a la muerte
Es inútil. Ambos son inevitables y ambos son ambiguos. Tememos a la muerte porque no sabemos qué hay más allá; lo mismo puede decirse del fracaso. Cuando nos encontramos hundiéndonos en las arenas movedizas del fracaso, no sabemos qué nos espera al otro lado.
El miedo nos descarrila. Al igual que el fracaso, debemos aceptarlo. Trátalo como un viejo amigo y velo como una oportunidad. Entonces las cosas cambian: el miedo es lo que nos asusta.
7. Crecemos a partir del fracaso, pero a menudo de forma inconsciente
En las turbias secuelas de un fracaso verdaderamente glorioso, es difícil considerar cómo estás “creciendo”. Pero sí lo estás haciendo. Es solo que gran parte de este conocimiento se almacena en el subconsciente.
Tu cerebro te alimentará con él cuando lo necesites: la semana que viene, el mes que viene, el año que viene… Solo debes saber que está ahí, esperando. Simplemente no podemos fallar tanto sin aprender algo.
Consuélate con esto mientras sorteas la tormenta de tu último fracaso. Siéntete libre de preguntarte a tí mismo cómo crecerás a partir de esto. Haz trabajo de reflexión. Pero si las respuestas son tan fugaces como un día lluvioso en Los Ángeles, respira tranquilo. Las lecciones están ahí, listas para cuando las necesites.
8. No hay mejor momento que ahora para fallar
Hoy en día, los emprendedores dirigen empresas de gran éxito desde la comodidad de sus propias habitaciones. Por más que se les los critique, los millennials y la Generación Z están cambiando la forma en que pensamos sobre el trabajo: qué es, cómo funciona y qué puede ser.
No hay mejor momento para fallar, porque nunca ha habido un mejor momento para construir, construir y construir más, desde tu dormitorio y con la pijama puesta, si eso es lo tuyo.
9. Fracasarás muchas más veces de las que tendrás éxito
Dolerá. Mucho. Pero muchos fracasos generarán mayores éxitos. Si realmente te gusta la Coca-Cola pero no la bebes durante un mes, ¿qué sucede la primera vez que abres una lata? Gloria. El refresco no ha cambiado, pero por alguna razón, sabe mejor.
Transfiere este mismo pensamiento al éxito y al fracaso. No hay un número determinado de veces que debas fallar para tener éxito, ni viceversa. Sin embargo, fallar hará que el éxito tenga un sabor mucho más dulce.
10. Fallar está bien
Recuerda siempre esto. El fracaso es un hecho de la vida. Es una de las pocas cosas que puedes asegurar que estará presente en tu vida de principio a fin. Está bien. Fallar nos hace mejores. Tal vez no en el momento, tal vez no de una manera que nos demos cuenta de inmediato, pero funciona.
Entonces, cuando te enfrentes a un fracaso inevitable, aplica lo que yo llamo la ‘regla de un año’ a las emociones que sientes que están asociadas al fracaso. En medio de los horribles sentimientos que tienes hoy, recuerda que no te sentirás tan mal dentro de un año. De hecho, mirarás hacia atrás y estarás lleno de gratitud por cómo todo salió incluso mejor de lo que imaginabas.
Aceptemos el fracaso por lo que realmente es: una oportunidad para el crecimiento personal y una herramienta poderosa para lograr nuestros objetivos.
Nota vista por primera vez en Entrepreneur.