Es que no terminé la prepa”, “Es que no tengo la maestría”, “Es que yo nunca estudié esto o aquello”, “Es que no me ha llegado el diploma”…
¿Qué es lo que te detiene para cumplir tus sueños?
Estas son algunas anclas mentales que evitan que despegues.
1. “Me faltan estudios”
Otras formas en que aparece: “Es que no terminé la prepa”, “Es que no tengo la maestría”, “Es que yo nunca estudié esto o aquello”, “Es que no me ha llegado el diploma”.
Es verdad que los estudios formales son importantes. La mayoría de los trabajos formales exigen algún grado o nivel de estudios, y en algunos es absolutamente indispensable. Doctores, abogados y otras profesiones requieren por ley tener certificaciones y grados para poder avanzar en su carrera. Si tienes oportunidad de estudiar… ¡estudia! Y no dejes de prepararte nunca.
Sin embargo… la mayoría de los negocios o emprendimientos no los requieren de manera formal. Conozco docenas de empresarios exitosísimos que no terminaron la preparatoria o no fueron a la universidad. Si tienes la inquietud de emprender o avanzar ¡no esperes a tener más diplomas! Empieza ya, busca espacios, contacta mentores, aprende en el camino y estudia como puedas: hay cursos, diplomas y hasta tutoriales en internet para millones de cosas. No te preocupes: todo el mudo se siente un poco “impostor”. Tú sigue caminando.
Dice Harv T. Ecker: El futuro no es de los “estudiados”, sino de los “estudiosos”; de los que aprenden a diario.
2. “Los negocios no son lo mío”
Otras formas en que aparece: “No es mi genética”, “es que en mi casa no me enseñaron”, “es que mi papá nunca le pegó”, “mejor una chamba segura que andar inventando”, “es que yo soy malísimo para el dinero”, etcétera.
Es verdad que todos tenemos talentos distintos y, además, aprendemos lo que vemos en casa. Hay personas que tienen mayor facilidad natural para los números o las ventas, y hay quienes aprendieron en su hogar la vida de un negocio.
Sin embargo… la mayoría de las habilidades de negocio son perfectamente alcanzables con estudio y práctica. No existe “el gen del negocio”: lo que existe es la pasión y la constancia. Los negocios son un tipo de juego estratégico y relacional, como el ajedrez. Y así como puedes pasar de no saber jugar ajedrez a ser un buen ajedrecista en relativamente poco tiempo, también puedes aprender a llevar un negocio. Tomará tiempo y esfuerzo, pero pagará con creces todo lo que le inviertas.
Quizás no llegues a campeón del planeta en ajedrez. Pero serás un gran ajedrecista y, en el mundo de los negocios, eso es más que suficiente. El primer paso para ser bueno en algo… es ser malo en algo.
3. “Empezaré en cuanto…”
Otras formas en que aparece: “Empezaré en cuanto pase la boda”, “Empezaré en cuanto crezcan los hijos”, “Empezaré en cuanto pase la pandemia”, “Empezaré en cuanto termine esta crisis”, “Empezaré… cuando me sienta listo”.
Es verdad que la vida no siempre nos pone las cosas fáciles. Es verdad, también, que algunas personas tienen más ventajas o facilidades. No siempre parece el momento ideal para emprender.
Sin embargo… la realidad es que si nos sentamos a que llegue el momento ideal o a que tengamos el tiempo, el dinero y el impulso, entonces, sencillamente, nunca empezaremos nada. El momento para empezar es hoy mismo: no hay otro. La vida no se hace nunca más sencilla, sino que nosotros nos hacemos más hábiles. Es el principio del hábito proactivo de Stephen R. Covey: no esperar a que las cosas pasen, sino hacer que las cosas pasen.
Para poder tomar una ola… hay que saber surfear primero. Y para ello hay que meterse al océano. Esperar en la playa no sirve de nada.
4. “No quiero complicarme”
Otras formas en que aparece: “Qué flojera darme de alta en hacienda”, “A mí me gusta el teatro, pero no me gusta vender”, “A mí me gustan las computadoras, pero no me gusta meterme a contratar, pagar nóminas…”, “Es que la parte administrativa es muy aburrida…”.
Es verdad que todos disfrutamos de nuestros talentos y pasiones cuando estamos en la zona, cuando nada nos distrae. Es maravilloso hacer lo que nos gusta, como nos gusta… y que nos paguen por hacerlo. Ese es el sueño, ¿no?
Sin embargo… cada vez que oigo decir a alguien que “no hay trabajo” o “no hay mercado” para aquello que hacen (ya sea artistas, profesores, filósofos, ingenieros… lo que sea), lo que veo es una persona que sencillamente no quiere crecer. Como un niño que quiere estar todo el día en el patio de juegos, haciendo “lo que le gusta”. No tiene nada de malo el hacer lo que nos gusta (¡al contrario!), pero cualquiera que quiera ser exitoso debe salir cuanto antes de esta zona de confort (que después se convierte en zona de frustración). No importa en qué área te muevas: hay que salir y aprender habilidades transportables de negocios: comunicación, ventas, finanzas básicas, administración básica, inglés.
Hay negocio en todos lados: pero hay que querer aprender la parte “aburrida”, la parte del negocio. Una vez que la domines, volverás a hacer lo que amas. Solo que ahora con dinero y libertad.
5. “Lo intenté y fallé”
Otras formas en que aparece: “No, yo ya no vuelvo a intentarlo”, “No, a mí ya me la aplicaron”, “No, no vale la pena arriesgarse”, “No, ya estoy viejo pa’ esas cosas”.
Es verdad que el camino al éxito no es ni lineal ni sencillo. A veces las cosas no salen como queremos; existen obstáculos y amenazas en todos los negocios y en cada empresa. Es verdad, además, que los fracasos duelen y cuestan.
Sin embargo… los fracasos de los que aprendemos son algunos de los bloques más sólidos para poder construir un nuevo proyecto. Los millonarios que conozco no han fallado una, sino muchas veces; algunos han quebrado negocios o empresas, varias veces. Muchos de ellos tuvieron que cerrar durante la pandemia… y volverse a levantar. Quienes llegan al final no son los que ganan siempre, sino los resilientes: los que se levantan de nuevo después de caer.
Alejandro, un gran amigo mío y empresario de servicios, alguna vez me dijo, cuando quise abandonar un proyecto, estas palabras que han quedado conmigo desde entonces: Aprende a descansar, no a renunciar.
6. “Una cosa a la vez”
Otras formas en que aparece: “Yo soy muy ordenado”, “No me gusta distraerme”, “Yo me concentro en un proyecto a la vez”, “Yo no soy multitask”.
Es verdad que… es importante hacer bien lo que hacemos, y es un hábito de éxito el dar el 100% en cada actividad y proyecto que emprendemos. Además, debemos ser leales con nuestro trabajo, si lo tenemos, y con la empresa que nos da su confianza.
Sin embargo… tu día tiene 24 horas… y tu vida muchos años y muchos caminos. Emprender en tu tiempo libre, estudiar por las noches o soñar los domingos no es falta de lealtad o de orden, sino una necesidad real en un mundo complejo como el nuestro. Un trabajo fijo no basta, muchas veces, ni para cubrir nuestras necesidades (¡ahorro incluido!) y, además, no está garantizado. En conclusión: emprender hoy día no es un lujo, sino una necesidad. Empieza ya, hoy, en donde estés.
No renuncies a tu trabajo, pero empieza a diseñar un negocio lateral que aumente tus ingresos y te permita aprender habilidades de negocios que sean para ti un seguro para el futuro.
7. “Necesito dinero para hacer dinero”
Otras formas en que aparece: “Dinero llama dinero”, “Es que necesito lana para empezar”, “Estoy esperando la herencia del tío…”, “Es que apenas me alcanza con mi sueldo…”
Es verdad que muchos negocios necesitan dinero para iniciar a operar, pero Chava, un amigo mío y emprendedor serial, me lo dejó muy claro: ¡No necesitas tener dinero para iniciar un buen negocio! Si es una buena idea… puedes empezar pequeño, o puedes conseguir ese dinero. Y si es una mala idea… mejor ni empezarla.
También hay miles de negocios que requieren nada o muy poca inversión inicial. Recuerda: cuando no tengas nada que invertir, invierte tu tiempo y tu esfuerzo. Eso también tiene un valor: y es mucho.
8. “Ser rico es malo”
Otras formas en que aparece: “No, eso a mí no me toca”, “Es que los empresarios explotan a los trabajadores”, “Es que Elon Musk no paga impuestos”, “Hay que quitarle a los ricos”, “Mejor ser pobre y honrado”.
Es verdad que hay personas deshonestas, explotadoras y tramposas. También es verdad que hay estas personas en todos los puntos del espectro: hay pobres tramposos y deshonestos, también; solo que éstos no salen en la primera plana. En realidad, algunas de las personas más generosas, honestas e inspiradoras que conozco son personas ricas. Son personas que quieren ayudar… y tienen con qué hacerlo.
El dinero no es malo, ni te hace malo. Es una herramienta, como un ladrillo: puedes usarlo para construir una escuela o para matar al vecino. Muchos jóvenes en el mundo creen que los ricos son malos y, por ello, sabotean su propia carrera mientras crecen en resentimiento.
Libérate de esta ancla y, por el contrario, hazte muy muy muy rico para que puedas ayudar a otros, construir un mundo mejor y, además, contar con seguridad y libertad para tu familia.
Finalmente…
Tú. Sí, tú.
Tú puedes crecer, emprender y ser rico.
Sí, tú. El que está sentado frente a esta pantalla; el que se ha equivocado tanto; el que puede aprender tanto, el que sueña en el trabajo. Tú, el que se siente inseguro, el que le tiemblan las piernas.
Tú puedes y se vale. Hacen falta emprendedores, empresarios, visionarios y constructores. Hace falta gente que se la juegue. Cuando tú creces, México crece.
Empieza en donde estés: pequeño, pobre, con dudas. No tengas miedo y, si tienes… emprende con miedo. Pero emprende.
Nota vista por primera vez en Entrepreneur